Existe una escasa relación entre los valores que una persona
tiene y las conductas que ésta adopta cuando queda afectada por determinadas
circunstancias. Llegados a este punto deberíamos plantearnos, ¿cómo debe ser
la educación en valores en una sociedad intercultural?
Para responder a esta pregunta, es necesaria una reflexión
sobre cuestiones como:
·
¿Por qué motivo decimos que los seres humanos
son vulnerables?
·
¿Qué debe hacer la educación en valores para
compensar esa vulnerabilidad en una sociedad intercultural?
A continuación, abordaremos esos temas dividiéndolos en 3
partes:
·
Analizaremos el comportamiento humano para ver
hasta qué punto está determinado por influencias sociales no deseadas.
·
Recordaremos una hipótesis que nos ayudará a
explicar el motivo de esa vulnerabilidad.
·
Veremos qué podemos hacer desde la educación en
valores para contribuir a que los seres humanos sean dueños de sí mismos.
1.
Manzanas
podridas: Los estigmas sociales acerca de la superioridad de ciertas razas
genera en la sociedad conductas discriminatorias independientes de los “buenos
valores” que las personas tienen. Normalmente, cuando ocurre un desastre como
el Holocausto, se culpa a los responsables directos, exculpando a la sociedad y
argumentando que fueron influenciados por estas “personas desequilibradas”. Sin
embargo, no debemos liberar de culpa a la sociedad, ni tampoco dejar pasar la
responsabilidad del cesto que pudre las manzanas (sistema), así de quienes lo
construyen y manejan.
2.
Relación
entre juicio y acción: Existe una gran diferencia entre lo que piensa una
persona y lo que acaba haciendo. El porqué de esta discrepancia es que la
conducta moral no depende de rasgos estables de carácter, sino de la situación en
la que se encuentra el individuo. El juicio moral es algo necesario, aunque
insuficiente para predecir el comportamiento humano. Mirar al sujeto de forma
exclusiva, separado de sus circunstancias nos impide entender su
comportamiento.
3.
Doble
vulnerabilidad: Es la explicación al porqué la sociedad es tan frágil y
maleable. Hablamos de doble vulnerabilidad para distinguir dos momentos de
vulnerabilidad:
·
Antropológica: Facilidad con la que las
fuerzas situacionales como autoridad, presión de grupo, imposición de roles…
alteran la voluntad y la conducta de los individuos.
·
Ideológica: Consiste en no reconocer la
vulnerabilidad antropológica. Si no reconocemos la debilidad humana es mucho
más fácil caer en estas influencias y ser vulnerable.
4.
¿Qué
pedir a la educación en valores?: Es necesario que la educación en valores
nos dé pistas sobre cómo enseñar a convivir a personas doblemente vulnerables
en una sociedad con alta diversidad moral.
Para acabar con la vulnerabilidad ideológica es necesario tomar
conciencia de la vulnerabilidad antropológica. Así, es necesario limitar el
sentimiento de omnipotencia y debemos inculcar la realidad de que somos
vulnerables, que no somos personas ideales. Por ese motivo, debemos estar
atentos y saber localizar los momentos y situaciones en los que estamos siendo
influenciados para acabar tomando buenas decisiones y conductas.
Para conseguirlo, es recomendable utilizar recursos como:
·
Trabajar la memoria de hechos históricos que no
podemos olvidar, como el Holocausto, a través de documentales y recursos
literarios que permitan sentir los hechos desde la posición de las víctimas.
·
Realizar ejercicios socioafectivos y de
simulación de situaciones de discriminatorias que permitan a los alumnos sentir
en sus propias carnes la realidad de los hechos.
·
Promover ejercicios de autoconocimiento que
permitan analizar situaciones en las que las condiciones del entorno han
doblegado nuestra voluntad.
·
Analizar, mediante proyectos, situaciones sociohistóricas
de injusticia para reconstruir los procesos que las han desencadenado.
·
Inculcar esperanza de que, a pesar de nuestra
vulnerabilidad, podemos lograr torcer las leyes sociales y actuar como
pensamos.
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