jueves, 30 de noviembre de 2017

EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DE JUVENTUD

Cada generación es un mundo y vive de forma distinta las diferentes etapas, por tanto, debemos entender que no todos los jóvenes se hacen adultos de la misma manera.

En esta categoría "Evolución del concepto de juventud" pretendemos reflexionar sobre el desarrollo de la juventud y cómo han influido los diferentes contextos sociales, económicos y culturales a lo largo del tiempo en este desarrollo basándonos en el artículo Jóvenes y valores. La clave para la sociedad del futuro de Javier Elzo, Carles Freixa y Esther Giménez-Salinas.






SER JOVEN HOY
No es lo mismo ser joven a principios del siglo XX que en el siglo XXI, al igual que no es lo mismo que ser un joven de África que de Europa, ni ser de clase alta que baja, sin embargo, por primera vez en la historia, los jóvenes de diferentes razas, etnias e ideologías comparten un rasgo común.
Los jóvenes de hoy en día viven en la era de la globalización y por tanto se consideran los jóvenes más educados respecto a las nuevas tecnologías de la información (Informe de la ONU año 2005), más adaptables y más capacitados para usar las nuevas oportunidades que se presentan pero esto también juega en su contra ya que se hacen más evidentes las situaciones de desigualdad social, económica, etc.
En esta entrada hablamos de las tendencias de los jóvenes de hoy en día en los países desarrollados.


SER JOVEN AYER

En esta entrada describiremos algunos ejemplos de como diferentes sociedades han ido evolucionando desde las primitivas hasta la industrial el tránsito a la vida adulta. La siguiente cita fue encontrada en una tabla en Ur de Caldea: 

"Nuestra sociedad está perdida si permite que continúen las acciones inauditas de las jóvenes generaciones"


SER JOVEN MAÑANA

Aquí describiremos las tendencias del presente que prefiguran el futuro centrándonos en el impacto de las nuevas tecnologías en la juventud actual, ya que hoy en día es el aspecto en el que más se puede diferenciar la brecha entre generaciones (brecha digital). A pesar de que la juventud está a la cabeza en la sociedad de la información, no significa que siempre mejore su condición social. 


CONCLUSIONES

Tras analizar el presente, el pasado y el futuro del ser joven, se propone reflexionar sobre cómo han cambiado las relaciones entre las generaciones y cómo debe plantearse en la actualidad el necesario diálogo entre jóvenes y adultos. Como dice Javier Elzo, a lo largo del siglo XX las diferentes situaciones nos han legado ciertos principios y valores, promovidos sobre todo en la escuela y en la familia, que a día de hoy siguen, pero hay que tener en cuenta que hoy en día existen otros espacios por ejemplo los medios de comunicación, las asociaciones voluntarias o las nuevas tecnologías donde también se ponen en juego. Y en estos nuevos espacios, los jóvenes no son receptores pasivos, sino que "tienen mucho que decir".
Hacerse adulto significa asumir una identidad y unos valores propios, distintos a los heredados de los mayores. No todos los valores que fueron válidos para los padres tienen por qué serlo para sus hijos, y viceversa.


En una próxima entrada hablaremos de los tipos de culturas y la educación en valores según esta tipología. 

miércoles, 29 de noviembre de 2017

LOS PADRES Y LOS VALORES A TRANSMITIR EN LA FAMILIA


Vivimos actualmente en un momento de la historia complicado debido a las grandes transformaciones que acontecen en nuestra sociedad, y la familia no es ajeno a esto. Sin embargo, estas grandes transformaciones de las que hablamos que obviamente también afectan a la familia, no han hecho que pierda peso para los jóvenes ni en el ámbito de la educación, al contrario en mi opinión, ahora es más importante que nunca la educación en la familia, ya que esta nos prepara para la vida que tenemos por delante.

Javier Elzo, define el objetivo central de la educación desde la familia en nuestra sociedad, abierta y competitiva como nunca, como: actuar para que nuestros hijos sea psicológicamente equilibrados, social y culturalmente insertados, éticamente responsables, con capacidad de construir su futuro, dueños de sus vidas, actores y no meros espectadores, agentes activos y constructores de su destino.

Todo esto hace que tengamos que dar más importancia a la transmisión a nuestros hijos de algunos valores frente a otros para hacer a nuestros hijos más aptos y felices en el mundo de hoy. Javier Elzo dice que es difícil resumir de forma universal cuáles deben ser los valores fundamentales que debemos transmitir en la educación de nuestros hijos. Este autor sugeriría estos 7:

1) La competencia personal
El principal legado que los padres quieren dejar a sus hijos es que sean autónomos y competentes. Autónomos para que puedan por sí solos hacerse un camino en la vida, y competentes para que sean capaces superar las dificultades que le vengan. Además, la sociedad cada vez es más compleja y se encuentra en una transformación continua, lo que hace que se viva en un tiempo de incertidumbre con muchas preguntas a las que no hay respuestas. Por lo que en una sociedad como esta, solo las personas que tienen unas ideas propias, especiales e intransferibles podrán salir adelante.

Pero lo primero para "formar" una persona competente es lograr una estructura psicológica armónica y luego tener las capacidades intelectuales que le permitan entenderse y orientarse en el mundo, por lo que de ahí la importancia de nacer y crecer en una familia bien asentada e interesada en la educación de sus hijos.

Cabe destacar también la mayor importancia actualmente de la competencia personal y profesional. Ahora una persona competente es aquella que controla herramientas informáticas, tiene conocimientos de idiomas, etc., y no tener conocimientos en estos campos te lleva a ser ciudadano de "segunda clase", llegando incluso por esto a comprar más caro lo mismo que una persona con conocimientos de informática y de cómo buscar y comprar por Internet.

2) La racionalidad
Javier Elzo mantiene que hay que introducir la racionalidad en la vida cotidiana. Necesitamos que se incremente el diálogo, entendiendo por este la confrontación racional, no la mera exposición de las opiniones por las diferentes partes. En cuanto a las emociones, estas se han infravalorado durante algunas generaciones, manteniendo que sólo lo científico valía, sin embargo hoy estamos en el lado opuesto, donde la emoción, las sensaciones y la apetencia en un instante es el último criterio de comportamiento. Como dijo Pascal: "el corazón tiene razones que la razón no entiende", por lo que hay que tener en cuenta tanto al corazón como a la razón.

Es por eso que los padres han de fomentar una inteligencia integradora de la razón abstracta y los sentidos y sentimientos. Este mundo complejo en el que vivimos hace que una realidad pueda tener lecturas diferentes, como la decisión de los padres de qué priorizar en la educación de los hijos, si aprendizaje de conocimientos y habilidades o la educación de cosas más intangibles como una afición artística.


Además, en los tiempos actuales se están produciendo unos cambios y transformaciones en la sociedad que hacen difícil diferenciar lo esencial de lo accesorio. El bosque no nos permite ver lo árboles, y tres hechos centrales están marcando el paso de la sociedad moderna a la pos-moderna en el mundo occidental: la revolución tecnológica, la  globalización y la inserción sociolaboral de la mujer. Lo que nos ha traído unos cambios acelerados a nuestra vida que podremos afrontar asumiendo su complejidad. Para lo que la racionalidad es imprescindible.


3) El dinero como valor y el valor del dinero

Encontramos dos actitudes básicas ante el dinero. La primera, “El dinero como valor”: entre las prioridades de la vida estaría el dinero, la posesión de la mayor cantidad posible. La segunda “El valor del dinero”: se sabe lo que cuesta ganarlo y el esfuerzo que hay que invertir para obtenerlo. Ambos aspectos no se contraponen necesariamente, pero generalmente los adolescentes y los jóvenes anteponen la consideración del dinero como algo importante al valor del esfuerzo para conseguirlo.

El dinero no es lo más importante para los jóvenes, antes encontramos la familia, la salud y los amigos, pero porque disponen de dinero suficiente. Los jóvenes entre 15 y 24 años en 2005 tenían una media de 40 euros a la semana independientemente de la clase social. Es importante decir también que los que más dinero tienen llegan más tarde a casa y consumen más droga.


En la sociedad del futuro (abierta, impredecible y con trabajos inestables) la gestión del dinero y patrimonio sera esencial y nuestras familias apenas abordan este tema. Aquí tenemos algunos elementos de reflexión:

  • Hay que hablar con normalidad de la dimensión económica con los jóvenes y que sepan el esfuerzo de pagarse unas vacaciones, una bicicleta, etc.
  • No hay que darles demasiado dinero y enseñarles a administrarlo, muy recomendable dar una paga mensual.
  • A la hora de la emancipación, ayudarles económicamente al principio.
  • Desechar la idea de no trabajar a no ser que hablemos de un trabajo estable y definitivo. Hay que modificar la secuencia: estudiar, obtener título y trabajar.
  • Si se trabaja desde joven a cambio de remuneración aprenden el valor de este.
  • Que no se diga que no hay trabajo. Cualquiera puede echar algunas horas los fines de semana en bares u otros trabajos temporales para sacarse algo de dinero, otra cosa es el trabajo estable y más o menos definitivo.
4) Tolerancia y permisividad familiar
Bajo el término tolerancia a veces encontramos permisividad y dejación de responsabilidades. Muchos jóvenes no han recibido una educación que les prepare psicológicamente para afrontar la sociedad en la que les ha tocado vivir, y es que muchos han crecido en una infancia sobreprotegida y con muchos más recursos materiales que generaciones anteriores, a la vez que nadie les ha educado en la importancia del sacrificio para el logro de objetivos.



Hemos creado una sociedad de derechos sin el correspondiente correlato de deberes exigiendo mucho a los demás, especialmente a la administración, lo que lleva al estrangulamiento de la sociedad. Para cambiar esto, los padres son insustituibles.

La sociedad actual es muy individualista. Y aunque el término solidaridad está muy de moda, en la práctica prima el individualismo, que es un valor básico de nuestra sociedad, cosa que tiene dos caras. La cara positiva es la voluntad de adoptar planteamientos propios, autónomos e ilustrados por la razón y el conocimiento de las cosas. La cara negativa sería pensar yo puedo hacer lo que quiera con tal de respetar la ley, cosa que puede convertirse en no respeto si hay previsión de no ser pillado en la infracción.


5) La necesaria intolerancia y la autoridad responsable

La tolerancia es uno de los valores faro que deslumbra en lugar de alumbrar. Ese deslumbramiento oculta la realidad, en las relaciones próximas, la familia, escuela, etc. Tenemos que diferenciar entre tolerancia activa y tolerancia pasiva, sin olvidar la intolerancia necesaria. La tolerancia activa es el respeto a la diferencia y a los proyectos del otro, saber ponerse en la posición del otro. En cambio la tolerancia pasiva se refiere a la indiferencia, indulgencia y condescendencia con algo o alguien que en el fondo no se acepta pero se tolera, preferentemente lejos.

La permisividad en el ámbito privado y la tolerancia pasiva en público, impiden que aflore la tolerancia activa en ambos. Y es que la autoridad tiene mala prensa, pero no hay sociedad equilibrada sin autoridad. El autoritarismo es malo, pero la permisividad es peor. Además, podemos impedir también que aflore la necesaria intolerancia ante determinados comportamientos e ideas. Hay que ser intolerantes ante diversas situaciones como la exclusión social por raza o etnia entre otras cosas, a condición del respeto de los derechos humanos y la ley.


Hay que ser intolerantes ante la permisividad en muchos hogares, la indisciplina reiterada en centros docentes, ante manifestaciones violentas de los jóvenes, etc. La intolerancia ante determinadas situaciones es la condición para que no aflore el desentendimiento, la inhibición y la indiferencia por los demás, incluso los más cercanos como nuestros hijos, porque la tolerancia habría perdido su dimensión moral y cívica, convirtiéndose en la indiferencia del “sálvese quien pueda”.


6) De los valores finalistas a los instrumentales (de los buenos deseos al comportamiento prometido)

Podemos decir que el rasgo central de muchos jóvenes es la implicación distanciada respecto de los problemas y de las causas que dicen defender, incluso en temas en que son pioneros como el ecologismo, que para la mayoría no es una prioridad vital. El uso que se le dé al tiempo libre y al dinero de su bolsillo son los dos mejores indicadores de los valores de las personas. La falla existente en muchos jóvenes entre valores finalistas e instrumentales pone al descubierto la contradicción de muchos jóvenes para mantener un discurso y una práctica con coherencia y continuidad temporal donde la utilidad no sea inmediatamente percibida. Aquí la educación en derechos sin el correlato de los deberes y responsabilidades ha hecho estragos.

Pero la familia puede hacer algo. Esta tiene una mayor importancia de la educación en valores instrumentales que la escuela. Esto lo puede hacer mediante la adquisición de hábitos de disciplina, de abnegación (no por mucho llorar se obtiene a la primera lo que quieres), control de los deseos, respeto a la autoridad, la conciencia de que hay límites para todo y la necesidad de cooperar en la marcha cotidiana de la casa entre otras cosas. La educación en valores instrumentales es tan importante como la educación en valores finalistas.


7) La utopía por una sociedad mejor

Javier Elzo entiende este último valor como la coronación, consecuencia y síntesis de los anteriores. Además mantiene que tenemos derecho a la utopía, procurando esquivar el escollo de la quimera. La utopía es lo plausible, lo racionalmente pensable teniendo en cuenta los condicionamientos con los que tenemos que vivir. La quimera en cambio, es un cuento de hadas con el que la sociedad sueña, un paraíso inexistente.

Vivimos unos tiempos en los que faltan utopías, en parte porque lo entendíamos por quimeras. Según la sociología europea de los valores, hay tres órdenes de valores por unanimidad en el mundo occidental:
  • Respeto a los derechos fundamentales de la persona.
  • Resolución de los conflictos por vías estrictamente pacíficas con rechazo a la violencia no sustentada en el estado de derecho.
  • Búsqueda activa de un acuerdo con el mundo animal y con el medio ambiental.
Tenemos derecho a ser como somos, a ser como queremos ser, pero en el respeto a los valores universales. Importante el papel de la educación total.

Es muy importancia fomentar la inteligencia anticipativa. Ante la revolución tecnológica hay dos errores: el primero es cerrarse a la innovación tecnológica (cualquier tiempo pasado fue mejor), y el segundo es aceptar, sin más, que toda innovación es una ventaja.El primero puede ser producto de la pereza, comodidad o edad, pero también es una actitud. Y el segundo corre el riesgo de preferir el continente al contenido, la novedad tecnológica a su utilidad real. Realmente asusta ver a algunos que entregan trabajos bien montados después de haber copiado y pegado todo, incluso con gráficos y sin saber lo que han firmado.

martes, 28 de noviembre de 2017

RELACIONES FAMILIARES Y DESARROLLO ADOLESCENTE

Las relaciones padres-adolescentes
Uno de los tópicos que suscitan más interés entre investigadores y profesionales de la psicología, probablemente porque uno de los mitos asociados a la imagen negativa sobre esta etapa se refiere al deterioro del clima familiar a partir de la llegada de la pubertad. La concepción Storm and Stress que presenta a los adolescentes como indisciplinados, conflictivos y enfrentados a los valores de los adultos continúa teniendo vigencia en la actualidad entre la población general, como lo demuestran algunos trabajos centrados en el estudio de las ideas y estereotipos sobre la adolescencia (Buchanan y Holmbeck, 1998; Casco y Oliva, 2005).

En la actualidad, la mayor presencia de los medios de comunicación contribuye al fortalecimiento de esta imagen dramática y a la estigmatización de la adolescencia mediante la difusión de noticias sensacionalistas sobre el consumo de drogas, la delincuencia juvenil o la violencia escolar.

Aunque este periodo de adolescencia se relaciona con una mayor conflictividad, hay que destacar que las relaciones padres-adolescentes en la mayoría de las familias siguen siendo afectuosas y estrechas. Sólo un bajo porcentaje de los conflictos alcanzarán grandes intensidades, además, los adolescentes más conflictivos son los que han pasado por una niñez difícil, siendo solo un 5% los casos en los que familias con un clima positivo durante la infancia de los niños van a experimentar serios problemas en la adolescencia (Steinberg, 2001).

Siempre se ha señalado la importancia del papel del enfrentamiento con los padres para el proceso de individualización, sin embargo, actualmente hay cierto consenso en considerar que aunque el conflicto es un camino para la individualización, no es el único posible (Steinberg y Silk, 2002).

La familia es un sistema dinámico sometido a procesos de transformación, por lo que la interacción padres-hijos deberá acomodarse a las importantes transformaciones que experimentan los adolescentes, pasando desde una marcada jerarquización más propia de la niñez a una mayor igualdad y equilibrio de poder que caracterizan estas relaciones durante la adolescencia tardía y la adultez emergente. Como se observa en algunos estudios que han aplicado los principios de la Dinámica de Sistemas al análisis de los cambios en la familia (Granic, Dishion y Hollenstein, 2003), durante la infancia, las interacciones entre padres e hijos sirven para construir un estilo interactivo en las díadas  padre-hijo/a y madre-hijo/a, pero a partir de la pubertad, los cambios intrapersonales en padres e hijos suponen una perturbación del sistema familiar, que se vuelve inestable, dándose situaciones tanto de discusiones y enfrentamientos como de armonía y expresión de afectos positivos. Incluso en familias cuyas relaciones se caracterizaban por la comunicación, el apoyo y el afecto, se inician a observar situaciones de hostilidad y conflicto (Holmbeck y Hill, 1991; Paikoff y Brooks-Gunn, 1991).

Tras estos desequilibrios iniciales, el sistema se va estabilizando progresivamente, apareciendo un nuevo patrón relacional que gozará de cierta estabilidad y que estará sujeto al clima existente previo al comienzo de las perturbaciones. De hecho, podemos afirmar que desde la infancia hasta el final de la adolescencia hay una continuidad en las relaciones parento-filiales, continuidad que podemos ver en algunos estudios longitudinales que muestran cómo se mantiene la posición relativa de una variable determinada a pesar de los cambios en las puntuaciones. Por ejemplo, en un estudio de Oliva (2006) observamos que aunque el control conductual disminuye entre la adolescencia inicial y la tardía, la correlación entre el control medido en ambos momentos fue alta, lo que indica estabilidad. Por tanto, los adolescentes que percibían más control al principio de la adolescencia, continuaban sintiéndose más controlados al final.

Causas de la perturbación de las relaciones entre padres y adolescentes
A pesar de que es el patrón de interacciones el que se modifica durante la adolescencia, son los cambios en el adolescente y los padres los que provocan la transformación. A continuación, pasamos a exponer los cambios más significativos.

1) Los cambios hormonales de la pubertad: suelen tener consecuencias sobre estados emocionales del sujeto y repercuten de forma negativa en sus relaciones (Brokks-Gunn, Graber y Paikoff, 1994). Asimismo, se produce un aumento del deseo y la actividad sexual, cosa que puede hacer que los padres se muestren más restrictivos y controladores con las salidas y amistades del chico o chicha, sobre todo si es chica.

2) Cambios a nivel cognitivo: son consecuencia del desarrollo del pensamiento operatorio formal, que hace que los adolescentes se muestren más críticos con las normas y regulaciones familiares y a desafiar la autoridad parental (Smetana, 2005). Igualmente, podrán presentar argumentos más sólidos en las discusiones, haciendo que los padres se irriten y pierdan el control. Además, ocurre una desidealización de los padres, de forma que pasen de ser una figura perfecta como ha sido durante la infancia, a una imagen mucho más realista.

3) Aumento del tiempo pasado con el grupo de iguales (Larson y Richards, 1994): esto permite al adolescente una mayor experiencia en relaciones igualitarias con toma de decisiones compartidas, lo que hace que desee una relación igual en su familia, cosa que no siempre será aceptado por los padres, que se resisten a perder la autoridad (Collins, 1997; Smetana 1995).

4) Transformaciones de los padres: no todos los cambios producidos en esta época son de los adolescentes, los padres también los sufren. La etapa de la pubertad suele coincidir con la etapa de los 40-45 años de los padres, periodo que se denomina "crisis de la mitad de la vida" y es considerado como un momento difícil y de cambios significativos para muchos adultos (Levinson, 1978), lo que supone una dificultad añadida a las relaciones entre padres y adolescentes.

domingo, 26 de noviembre de 2017

VARIABLES DEL CONTEXTO FAMILIAR

En esta nueva entrada, vamos a abordar algunas de las dimensiones o variables más importantes y en las que más atención se ha puesto por parte de los investigadores, y hablaremos tanto de la trayectoria de estos durante la adolescencia como su influencia sobre el ajuste adolescente.


1) El afecto

En general, este nombre se utiliza para referirse a la cercanía emocional, el apoyo, la armonía o la cohesión, asimismo también aparece asociada al control o monitorización en la definición que nos brinda Baumrind (1968) del estilo parental democrático. Aunque la comunicación puede considerarse una dimensión diferente, está fuertemente asociada con el afecto, por lo que merece destacarse la enorme continuidad de su presencia observada en las relaciones parentofiliales durante la infancia y la adolescencia, ya que los niños/as con intercambios calidos y afectuosos con sus padres mantienen una relación más estrecha en la adolescencia (Flouri y Buchanan, 2002). Y esa continuidad coexiste con cambios significativos de las interacciones (en expresiones positivas y negativas) y con la percepción que tiene cada uno de su relación.


Podemos encontrar datos que muestran una disminución de la cercanía emocional, de las expresiones de afecto (Collins y Respinski, 2001) y de la cantidad de tiempo que padres e hijos pasan juntos durante la adolescencia (Larson, Richards, Moneta, Holmbeck y Duckett, 1996). Además la comunicación verbal también sufre un ligero deterioro ya que los chicos/as hablan menos espontáneamente de sus asuntos, aunque esto es pasajero y, al igual que el afecto positivo, se recupera a lo largo de la adolescencia. Aunque existen algunas diferencias de género, las chicas se sitúan por encima de los chicos, en cuanto a niveles de afecto y comunicación, en todas las edades, sin embargo la posterior recuperación se da de manera similar en ambos sexos (Larson et al., 1996; Parra y Oliva, 2002).


Por último, a pesar del distanciamiento afectivo y comunicativo que se produce en la adolescencia, los chicos y chicas se seguirán beneficiando de unos padres comunicativos, cercanos y afectuosos que les ayuden y apoyen en los momentos difíciles. Por tanto, cuando las relaciones padres-adolescentes se caracterizan de esta forma, los adolescentes muestran:

  • Mejor ajuste psicosocial y mayor confianza en sí mismos.
  • Competencia conductual y académica.
  • Autoestima y bienestar psicológico.
  • Menos síntomas depresivos y menos problemas comportamentales.
  • Mayor probabilidad de que se muestren receptivos ante intentos socializadores de los padres y menos de que se rebelen ante estrategias de control cuando existe un clima emocional favorable.
2) Los conflictos
Esta dimensión ha recibido mucha atención por parte de los investigadores, seguramente por el aumento de los conflictos es uno de los rasgos más característicos asociados a la adolescencia (Casco y Oliva, 2005). Muchos conflictos analizan los cambios que se producen en los conflictos padres-adolescentes durante la adolescencia, un ejemplo es el meta-análisis de Laursen, Coy y Collins (1998), en el que se encontró una disminución lineal en la frecuencia de conflictos desde el inicio hasta el final de la adolescencia en chicos y chicas. Al contrario, la intensidad emocional con la que se viven estos aumenta desde el inicio a la adolescencia media, para luego disminuir ligeramente.

En cuanto a los tópicos de conflicto, no todos se dan con la misma frecuencia, temas como la hora de vuelta a casa (sobre todo para las chicas), la forma de vestir o el tiempo dedicado a los estudios están muy presentes en los conflictos familiares, en cambio otros tópicos como la sexualidad, la política o las drogas aparecen con bastante menos frecuencia, eso sí, cuando lo hacen la carga emocional de estos conflictos es considerablemente mayor (Noller, 1994; Parra y Oliva, 2002).

Dependiendo de en qué etapa de la adolescencia nos encontremos, la estrategia a seguir para la resolución de los conflictos va a variar notablemente. En la adolescencia temprana se da un mayor número de veces la retirada por parte del adolescente y la imposición del punto de vista parental, en contraposición, pocas veces se solucionan con el compromiso por parte de ambas partes y la negociación. En cambio, si nos fijamos en la adolescencia avanzada esto va a cambiar, dándose un mayor número de veces el compromiso y la negociación en detrimento de la retirada y la imposición del punto de vista parental (Smetana y Gaines, 1999).

Como consecuencia de este aumento de la conflictividad, vemos un aumento también del malestar emocional y estrés de los padres, llegando algunos a afirmar que es "la etapa más difícil en el ejercicio de su rol parental". Pero un conflicto no siempre sólo es un problema, sino que es un contexto adecuado para el aprendizaje de estrategias de negociación y resolución de problemas. Además, las discusiones moderadas adolescentes-padres hacen que los adolescentes muestren un mejor ajuste años después que quienes no discutieron (Adams y Laursen, 2001). Aunque por otro lado, también encontramos en el estudio de Laursen y Collins (1994) una relación positiva entre disputas frecuentes y de elevada intensidad con problemas psicosociales del adolescente, cosa que también puede deberse a que es un estudio transversal y el anterior es longitudinal.

Siguiendo con el conflicto de moderada intensidad, según Granic et al. (2003); Musitu, Buelga, Lila y Cava (2001) y Smetana (2005), a parte del malestar inmediato que este causa, también provoca un efecto positivo a medio plazo, lo que favorece una reestructuración del sistema familiar y una renegociación de roles y expectativas, lo que se traduce en un nuevo equilibrio familiar que va a tener en cuenta las nuevas necesidades del adolescente.

3) El control
Este apartado se refiere a estrategias socializadoras por parte de los padres, siendo estas el establecimiento de normas y límites, la aplicación de sanciones, la exigencia de responsabilidades y la monitorización o conocimiento por parte de los padres de la actividades que realizan sus hijos. La mayoría de estudios que tratan esta dimensión encuentran una disminución en los niveles de control que los padres y madres ejercen sobre los hijos conforme avanza la adolescencia, siendo este uno de los reajustes de los padres (Parra y Oliva, 2006; Collins y Seinberg, 2006).

En cuanto a la relación control-ajuste adolescente, no se puede afirmar que exista una relación lineal entre ambos. Según Diana Baumrind (1991), existe una relación curvilínea entre ambas variables, de forma que tanto perjudica el exceso como la falta de control, cosa que puede generar conductas rebeldes y agresivas.

La mayoría de investigaciones equipara el control y el conocimiento de los padres tienen de las actividades de sus hijos, sin embargo, las investigaciones indican que los padres obtienen una mayor información de la revelación espontánea de los hijos, no como consecuencia de preguntas. Ni las estrategias activas de los padres para controlar el comportamiento adolescente ni sus esfuerzos activos para obtener información tienen relación con el ajuste, hasta parecen estar asociados a indicadores negativos. Sólo la revelación muestra una relación negativa con los problemas conductuales. Además, tendríamos que comprobar también si el conocimiento que tienen los padres sobre las actividades de los hijos y sus amistades les sirve para predecir su ajuste comportamental o si la influencia va en sentido contrario, debido a que es normal pensar que adolescentes con conductas antisociales sean menos propensos a informar a sus padres de sus actividades. Algunos estudios que han analizado esta relación longitudinalmente han encontrado una relación bidireccional, por lo que un mayor conocimiento parental predice un mayor ajuste adolescente y viceversa (Laird, Pettit, Bates y Dodge, 2003; Parra y Oliva, 2006).


En cuanto a factores que pueden influir en el funcionamiento o no del control, uno es la cultura. Según el estudio de Musitu y García (2005) llevado a cabo en España, observaron que los adolescentes cuyos padres tenían un estilo permisivo se mostraron más ajustados que aquéllos con padres democráticos o autoritarios, cosa que es considerada un efecto moderador de la cultura española. Por tanto, en la cultura anglosajona, el control tendría efectos positivos para el desarrollo de los adolescentes, pero puede que no en otras culturas, como en la española.


Para concluir, visto lo visto parece recomendable que los padres estén informados sobre las amistades actividades, etc., de los hijos, y que el mejor modo de conseguir la información es mediante el afecto y la comunicación. En contraposición, no parece tampoco prudente rechazar estrategias activas de control durante la infancia y adolescencia temprana para luego relativizar su valor.


4) El fomento de la autonomía

Esta dimensión se refiere a las prácticas parentales encaminadas a que niños o adolescentes desarrollen una mayor capacidad para pensar, formar opiniones propias y tomar decisiones por sí mismos a través de estrategias como pueden ser las preguntas, los intercambios de puntos de vista y la tolerancia ante las ideas y elecciones discrepantes. Estas prácticas se hacen más frecuentes a medida que avanzamos en la adolescencia, es decir, que existe un aumento del fomento de la autonomía con la edad, aunque también hay que decir que los progenitores promueven antes la autonomía en asuntos personales como la forma de vestir y el momento de hacer las tareas escolares entre otros, que cuando se trata de responsabilidades relativas a tareas domésticas o comportamientos con posibles consecuencias negativas para la salud (Smetana, Campione-Barr y Daddis, 2004). Por otra parte, también influye la cultura aquí, de modo que en culturas individualistas los padres tienden más a promover la autonomía de sus hijos que en culturas colectivistas, donde la interdependencia entre los miembros de la familia es considerado un valor cultural muy valioso (Daddis y Smetana, 2005; Kagitcibaci, 1996).


Este mayor o menor fomento de la autonomía tiene unas consecuencias en los adolescentes, de forma que los progenitores que fomentan en mayor medida la autonomía harán que sus hijos sean personas más individualizados, con mayor ajuste y competencia social, mayor desarrollo cognitivo y rendimiento académico y una mayor habilidad para la adopción de perspectivas. Del mismo modo, los padres que no fomenten la autonomía provocarán en sus hijos ansiedad, depresión y más dificultades relacionales y en el logro de la identidad personal.

viernes, 17 de noviembre de 2017

INTRODUCCIÓN

¡Bienvenidos a nuestro blog!,  EDUCAR EN VALORES. 


Somos cinco alumnos/as del Máster en Educación de Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria, Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanzas de Idiomas en la Universidad de Cádiz, curso 2017/2018, y os invitamos a conocer nuestro análisis y reflexiones entorno al tema "Educación en Valores en los Ámbitos Social, Familiar, y Escolar", de la asignatura de Sociedad, Familia y Educación, conducida por el profesor Candido Gutiérrez Nieto.

Lo presentamos como un blog "vivo", en continuo desarrollo, siendo un tema con múltiples posibilidades y ramificaciones reflexivas, y abierto a la participación de todos.

Hemos agrupado los contenidos en seis bloques temáticos: Sociedad, Familia, Jóvenes, Valores, Educación y Recursos. Y dos bloques de referencias, Autores y Bibliografía. 
Queremos dar una visión sistémica, donde los bloques temáticos estén interrelacionados, para facilitar el análisis y reflexión de conjunto. La finalidad didáctica es entender y transmitir que la Educación es la garantía para el desarrollo de valores que debemos inculcar en los jóvenes, para su crecimiento crítico y flexible de los jóvenes en la actual Sociedad del Conocimiento. Educar en valores.

¡Nos encantaría que participarais con nosotros!.


INDICE. 

SOCIEDAD.
  • Sociedad del conocimiento.
  • Influencia de la sociedad del conocimiento en la educación.
FAMILIA.
  • Variables del contexto familiar.
  • Relaciones familiares y desarrollo adolescente.
  • Los padres y los valores a transmitir en la familia.
JÓVENES.
  • Evolución del concepto de juventud.
  • 10 tendencias de los jóvenes de hoy.
  • Ser joven ayer.
  • Los jóvenes de mañana
VALORES.
  • Educación en valores según tres tipos de culturas.
  • ¿Por qué educar en valores?.
  • Claves en la formación del profesorado de Secundaria, currículum y valores.
  • ¿Por qué las personas buenas hacen cosas malas?
EDUCACIÓN.
  • Educación y cambio social. 
  • La Educación como derecho ante la obsolescencia del conocimiento.
  • La Educación en el Estado del Bienestar.
  • Educación e Inmigración.
  • El espíritu de la Declaración de Bolonia.
RECURSOS.
  • Modelos de Convivencia escolar.
  • El alumnado como mediador en la escuela. 
  • Coeducación: Una educación basada en la igualdad de género.
  • Tutoría Compartida. 
  • La Ciudad de los Niños. Tonucci - Frato.
AUTORES.

BIBLIOGRAFÍA.