En el texto "Los modelos de convivencia escolar. Hacia un nuevo disciplinamiento" de Silvina Funes Lapponi se definen los conceptos de convivencia, disciplina, organización de centro y gestión para analizar los modelos de convivencia y sus características, y finalmente, concretar la situación actual, es decir, como se entiende la convivencia escolar.
¿Qué es la convivencia?
Según Malgesini y Jiménez (2001: 78-80) convivencia significa vivir en buena armonía y, a diferencia del conflicto, tiene una connotación positiva; está cargada de ilusión, implica también aprendizaje, normas comunes y regulación del conflicto (no la mera adaptación sin la resolución de éstos) y exige adaptarse a los demás y a la situación.
Serrano y Salas (2001:148) destacan que a nivel personal las pautas de convivencia deben garantizar el desarrollo integral, la construcción de la identidad y el ejercicio de la autoridad personal, es decir, el desarrollo de la autonomía y la autorregulación.
Jares (2001:104-105), desde una visión más social, señala que la educación debe articularse bajo los principios en los que dice fundamentarse y que si se quiere que la escuela forme a personas democráticas y participativas, ella misma tiene que estar organizada desde esos presupuestos. Esto demanda una orientación explicita y coherente. Y para lograr en los centros una convivencia respetuosa, democrática y solidaria los objetivos deben ser:
- aprender a convivir en el conflicto de forma positiva, es decir que el conflicto debe ocupar un lugar central en el aprendizaje de la convivencia y tratamiento conduncente a una mejora de las relaciones
- rechazar la violencia como forma de resolución de los conflictos
- prevenir conductas intimidatorias y de maltrato entre el alumnado, favoreciendo actitudes contrarias a todo tipo de discriminación; desarrollando una cultura de paz asentada en los derechos y en los valores de respeto, tolerancia y democracia
Para ello no se deben perder de vista dos dimensiones, en primer lugar, la orientada a las personas: crear grupo, en un clima de seguridad,de confianza, de mutuo apoyo, preocupación e interés por sus miembros, sus relaciones (basándolas en la reciprocidad y en la horizontalidad, el tipo de autoridad o liderazgo), su participación, y la segunda orientada a la tarea, el rendimiento, el aprendizaje, los objetivos y la manera de llevarlo a cabo, con una actitud positiva por parte del profesorado, cuidando su metodología, la motivación y la noprevalencia de lo cognitivo sobre lo afectivo (Jares, 2001:101-102).
Así pues, primero hay que delimitar los valores o principios a los que se orientará esa convivencia; después los actores a los que se dirige; luego qué se propone con cada uno en función de las metas del propio centro en general y de lo que se refiere a la convivencia en particular y luego el cómo hacer para alcanzarlo.
La siguiente tabla extraída del texto de Silvina Funes muestra los valores a tener en cuenta para definir la orientación de un modelo de convivencia.
Hay que ver si estos valores quedan reflejados y si se justifican las medidas o procedimientos por los que se implementa el plan y/o modelo o no, por ello tenemos que comprobar si se explicitan estos valores y cómo se les entiende.
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